Durante los meses fríos, la piel suele volverse más tirante, escamosa y sensible. El descenso de la humedad ambiental, el viento, y la exposición constante a calefacciones artificiales contribuyen a la pérdida de agua transepidérmica, lo que da lugar a deshidratación cutánea. Si no se cuida adecuadamente, la barrera protectora de la piel se debilita, haciéndola más propensa a enrojecimiento, picazón e irritación.
Muchos jabones y geles contienen sulfatos (como el lauril sulfato de sodio) que eliminan los aceites naturales de la piel. Estudios dermatológicos indican que el uso continuo de estos agentes puede alterar el pH cutáneo y dañar la barrera lipídica. Opta por productos con ingredientes como avena coloidal, glicerina o aceites vegetales, que limpian con suavidad y mantienen la hidratación.
El aceite de almendras, jojoba o aguacate son ricos en ácidos grasos esenciales (omega 3 y 6) que refuerzan la función barrera de la piel. Según la revista *International Journal of Molecular Sciences*, estos lípidos ayudan a retener el agua en la epidermis y reducen la pérdida de humedad, esencial para evitar la descamación durante el invierno.
Una mezcla de yogur natural (rico en ácido láctico) y miel cruda (humectante natural) puede restaurar la hidratación de la piel y calmar zonas enrojecidas. Aplícala una vez a la semana durante 15 minutos para revitalizar la piel seca de forma segura y económica.
Aunque reconfortante, el agua caliente elimina los lípidos esenciales de la piel. Las duchas prolongadas con temperaturas elevadas dañan la capa córnea, la más externa de la piel. Se recomienda usar agua tibia y no ducharse por más de 10 minutos.
La calefacción reduce drásticamente la humedad del aire, lo que agrava la sequedad de la piel. Usar un humidificador o colocar un recipiente con agua cerca de la fuente de calor puede ayudar a mantener el ambiente más hidratado. Según la *American Academy of Dermatology*, mantener una humedad relativa del 40-60% en el hogar favorece una piel más saludable.
Conclusión: En climas fríos, la clave está en proteger la barrera cutánea, usar productos adecuados y evitar hábitos que intensifiquen la deshidratación. Con pequeños cambios puedes mantener tu piel suave, luminosa y protegida durante toda la temporada.